Su líder era George Fox (1624-1691) que, por haber pasado seis años de su vida la cárcel, por su oposición al cristianismo imperante, instó a los cuáqueros a defender la causa de la justicia social.
Para escapar de la persecución, los cuáqueros se trasladaron a Norteamérica, donde uno de sus líderes, William Penn (que contaba con la simpatía de Carlos II y su hermano el duque de York), estableció la colonia de Pensilvania. Los cuáqueros fueron de los primeros que se opusieron a la esclavitud en Norteamérica, siempre han sido pacifistas y dirigen algunas de las escuelas más prestigiosas del país.
El florecimiento de estas comunidades en el nuevo mundo es un fenómeno imparable que dura hasta nuestros días. Mientras unas siguen fieles a los principios básicos del cristianismo, otras, en tiempo muy reciente, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX, han tomados formas alejadas del Evangelio, hasta constituir verdaderos grupos destructivos, aislados totalmente del entorno, fanatizados, con estructuras piramidales y líderes indiscutibles que impulsan la manipulación y el lavado de cerebro de los adeptos, algunas con influencia de seudorreligiones orientales, ciencia ficción, etc. que tienen su último exponente en la New Age, un movimiento no estructurado, especie de «puré de guisantes» de retorno a la naturaleza y teorías variopintas sobre la energía, donde hay un poco de todo.
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